El racismo en México también es gastronómico

Durante los últimos años se ha denunciado con mayor ahínco que en México (y Latinoamérica en general) enfrentamos un problema importante de racismo. Desde el alto grado de habitantes que se avergüenzan de su tono de piel hasta quienes ven mermadas sus oportunidades a raíz de no cumplir con características físicas o de conducta eurocéntricas, el racismo se encuentra tanto en manifestaciones sutiles como en las más agresivas.

Nuestros hábitos de consumo, por ejemplo, son una muestra de la aceptación o rechazo que tenemos a ciertos discursos. De ahí se deriva lo que algunos han querido denominar «racismo gastronómico» o «racismo culinario».

Este fenómeno resulta interesante, pues mientras que la ciudad de Lucca, Italia, fue denunciada política y mediáticamente por racismo culinario por prohibir en 2009 la apertura de nuevos restaurantes extranjeros en su zona centro, en nuestro país sucede el caso contrario: nos enfrentamos con una aceptación acrítica a todo lo que podamos exotizar. Lo anterior no sería un problema si no fuera de la mano con un rechazo inherente a nuestras tradiciones culinarias.

Mientras la gastronomía mexicana fue considerada en 2010 como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, dentro del país las franquicias de comida rápida (la mayoría de las veces extranjera) son cada vez más rentables frente a opciones más saludables y complejas de la cocina nacional, lo que deja a los productores mexicanos de todos los niveles en una seria desventaja.

No podemos negarnos a tener referencias de la comida de cualquier parte del mundo, pues es una de las pistas más claras que tenemos de cada cultura. Además, no podemos negarnos (ni negar a otros) el placer de compartir quiénes somos a través de lo que comemos. En la cocina y en la vida, lo que se comparte rinde el doble. Solo recordemos que para mostrar algo es fundamental conocerlo a fondo y valorar cada parte del proceso que nos lleva a tener una tradición culinaria tan espectacular como la nuestra. Lo mexicano, sobre todo en la comida, es digno de admiración, es tiempo de promoverlo así.



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